Illya Kuryaki and the Valderramas: En busca de lo primitivo

La banda de Dante Spinetta y Emmanuel Horvilleur tiene disco nuevo. En L.H.O.N. hablan de animalidad, sexo, fe, resistencia, tribus y sentimientos.

Nota publicada en Clarín

Tribu, sentimientos, orgánico, «animalarse», madurar, psicodelia, fe, oscuridad y superación, muerte, chamán, Spinetteano, rock nacional, sangre, apocalipsis, shopping y refugiados, Africa y América Latina, resistencia cultural, renacer espiritual, sexo y erotismo, fluidez. Son las palabras clave de esta charla con Dante Spinetta y Emma Horvilleur, que nacen de la naturaleza de su nuevo disco, L.H.O.N. (La humanidad o nosotros), producido por ellos mismos y estrenado ayer.

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«Pensamos el disco de una manera orgánica. Con instrumentos nobles, grabando en cinta y un sonido profundo. Para contar lo que queríamos contar, queríamos hacerlo de esa manera, con tomas ensayadas pero sin mucho toqueteo y edición», arranca Emma. «La idea fue traducir en técnicas de grabación lo que sentíamos, que era muy visceral. Necesitábamos esa humanidad fuera de la humanidad. Porque hay cosas humanas que no están buenas. Y hay cosas animales que están mejor. Era un poco como volvernos animales de alguna manera. Tribales. Convocar a los muchachos de la banda para hacerlo juntos es para que de alguna manera quede en la tribu, con la monada que nos acompaña. Y generar esa emocionalidad. Es un disco más maduro también, no hay boludeo. Hay psicodelia, como en Gallo negro, y después son más intensas las letras. Es un disco que habla de la fe, de la superación, de enfrentarse a toda esa oscuridad de golpe, y a las estrellas fugaces que te pasan por la vida y uno cree que lo encandilaron y luego pasan, al desamor, a la vida y la muerte. Arranca re cargado con Aleluya buscando un nuevo Dios, una nueva fe. Queríamos que se esuche la humanidad, que se escuche la sangre», completa Dante.

¿Cuáles serian las bases de esta nueva fe?

Emma: La voz cantante en este disco busca la fe porque no le queda otra. El disco está teñido de una atmósfera bastante apocalíptica. Por más que vivamos bien, con iPhone y confort, hay un montón de signos de ese apocalípsis. Desde la imagen de los refugiados, hasta nosotros mismos en un shopping comprando. Esta voz habla de eso. De hecho, «La nueva fe» fue un título que barajamos también. Hacemos referencia a una fe entre la espada y la pared. Es como salirse del mundo para ver esa gran foto que somos, llena de aberraciones, de amor, y todo lo que significa salir de uno mismo para ver las cosas de otro lugar.

Dante: La humanidad o nosotros es llegar al límite. Eso también es nosotros o nosotros, porque también somos la humanidad. Como humanos hemos hecho tantas aberraciones que a veces sería mejor ser esos caballos que andan libres. Es aprender de otras cosas. Es deshumanizarse pero no al nivel de la bondad, sino «animalarse».

Esa transformación que plantean viene de algo primitivo, por momentos suena a tambores, a selva.

Dante: Esa Africa, que conecta con el funk, está Hombre libre. Es un disco de liberación, y en eso va el baile libre. La palabra chamán aparece varias veces. El intento es ponernos en contacto con lo primitivo. Desde donde nos toca, desde el hombre que terminamos siendo en la vida. Es difícil traducir todos esos sentimientos en una canción. Es un disco de resistencia cultural en cuanto al momento de la industria. Va en contra de todo lo que está sonando en las radios. Es una época difícil para los músicos. Nosotros nos ponemos en contra de todo, pero como en una parada. Nosotros somos así, no nos importa la mierda que suene en la radio. Hay que volver a esa fibra personal en lo artístico. Reencontrarse con el espíritu de las cosas. Podríamos haber hecho un disco mucho más tecnológico, e hicimos al revés. Tiene el alma que escuchábamos en los discos de antes. Es combativo por ser culturalmente muy rico, y eso es casi revolucionario hoy en día, entre tanta mediocridad.

Emma: Es un disco libre, y jugado artísticamente. Obedece a nuestros deseos más puros.

En Aleluya hablan del dinero. «Tu dinero nunca alcanzará», dicen. ¿La guita trajo más soluciones o problemas?

Dante: «More money, more problems», dijo The Notorious B.I.G.. No podemos estar persiguiendo eso como humanidad. No puede ser el eje de la vida, no pasa por ahí. Cuando te ponés más grande te vas dando cuenta de que son otras cosas las que te hacen feliz. Como cultura estamos muy acostumbrados a perseguir ese conejo inalcanzable. Cuando tenés una cosa querés la otra, y así nunca llega la felicidad. Muchas veces los artistas están viciados con eso, porque es una especie de enfermedad social. Importan mucho más otras cosas, la familia, el amor, los amigos, las experiencias, conocer gente, son cosas mucho más ricas. Al final del día es lo que te vas a acordar.

Emma: Aquel que tiene el dinero como horizonte es, casi siempre, alguien que pasa por encima a otros. Rico no te hace el dinero, lo dijo Marley también cuando le preguntaron qué le pasaba con la guita. «Me enriquecen otras cosas», dijo. El dinero nos sirve para pagar las cuentas, comprar guitarras y estar cómodos. La desigualdad de la que habla la canción, es la de un mundo con millones de pobres y gente con la misma guita que un país entero. Una locura.

Otro detalle del disco es que tiene un sonido muy latino: salsa, funk, afrobeat.

Dante: El funk está cruzado con lo latino. Nosotros escuchamos salsa, siempre fue parte. En este disco está re presente. Gallo negro es el tema más salsero que hemos hecho. De alguna manera tiene la misma raíz, el afrobeat, el funk, el hip hop, el candombe, la cumbia. Todo conecta con la cultura negra. Y nosotros con la percusión nos prendemos «fire». Arrancamos con eso.

También hay muchas baladas, y en algunas como «El árbol bajo el agua», da la sensación de estar escuchando la voz de tu viejo, Luis Alberto.

Dante: Es una canción en la cual quise mostrar esa influencia, porque es también una referencia para nosotros. Canciones más peladas. Es un tema muy triste, que me dolió mucho hacerlo también. Tiene esa influencia Spinetta, y me gusta que sea así. Las bandas tenemos que tener influencias de Spinetta. Yo lo tengo en la sangre, y «lo que se hereda no se roba», me dijo acá Fer -Seresesky, su manager- «Si hay alguien que puede hacer algo medio parecido a tu viejo sos vos». A veces uno dice no a esas cosas, y esta canción tiene algo «spinettero». Este disco apunta a que nos mostremos más como compositores, productores, madurez en la forma de interpretar. Llegó ese momento para nosotros. Somos re fans del rock nacional, es lo más. Escuchar Spinetta, Charly, Fito, son terribles. Tenemos que mostrar esa influencia.

Emma: La elegimos por encima de otra canción muy buena que quedó afuera porque a todos nos pasaba lo mismo. Es Spinetta, así. Ni Luis Alberto, ni Dante: es Spinetta.

¿Por qué fue tan doloroso el proceso con El árbol…?

Dante: El árbol bajo el agua habla de una cosa que no debería estar allí, y que está aguantando, resistiendo. Sigue en pie con un mar arriba. La escribí en un momento muy triste, cuando me estaba separando. El amor era eso en ese momento, y cuando ese sentimiento se convierte en canción es como exorcisarlo y convertirlo en algo que brinde amor. Es lo bueno de la música. En Ey Dios, la canción con Natalia Lafourcade, hablamos de la calma, de salir y volar. Dice que Dios te borra los pasos perdidos y te da otra oportunidad. Hay mucho de eso en el disco, del dolor y de salir. Ambos vivimos historias muy fuertes con las mujeres.

¿Aprendieron algo de todo eso?

Dante: Seguimos aprendiendo todos los días… (silencio y carcajadas).

En Hombre libre hablan de un tipo que está preso. Pregunto: ¿Cuán libres somos nosotros, los que estamos afuera? ¿O de qué somos presos?

Emma: La libertad es más mental que otra cosa. Más allá de la cárcel y los barrotes, habla de eso. Un hombre libre puede serlo incluso tras las rejas. La angustia, el miedo, muchas veces son candados al corazón. A veces las cosas se acomodan sin querer, y esos sentimientos se van solos. Otras hay que trabajarlos. Por suerte, hay cosas muy tristes que van quedando atrás, y uno puede acallarlas, aunque hay barro de uno que va a estar siempre.

Dante: Las cicatrices las llevás, y lo que no te mata te hace más fuerte. «Cuatro paredes nunca pudieron con un soñador», dice la letra. La mente y el espiritu van más allá de muchas cosas. Muchas veces somos presos en vida, de muchas situaciones hostiles, trabajos ingratos. Nosotros tuvimos infancias muy raras comparadas con los chicos de nuestra edad. Aprendimos a transformar la angustia en energía positiva. Eso nos enseñaron. Obrar por el bien, tener fé, creer en uno mismo. Pase lo que pase. Cuando nos tiraban piedras en los ’90 cuando tocábamos, nos hicieron más fuertes.

Siento que Luis fue como un padre para los dos. Si pudieran elegir de él un atributo para hacerlo carne en ustedes. ¿Qué elegirían?

Emma: Lo que más admiro de Luis, más allá de lo musical, es su genialidad y su cercanía, su humanidad. Y lo tenemos nosotros. Podemos volar con todo, y a la vez aterrizar y estar en las cosas cotidianas. El arte tiene eso de poner a la gente en ese lugar de «yo puedo hacer lo que quiero porque soy artista». Nosotros llegamos a casa y nos ponemos a hacer los fideos para nuestros hijos. Eso lo aprendí un poco de él.

Dante: Yo no le puedo pedir más nada. Me dio todo lo que quería tener. Voz propia. Fue mi viejo, me dio la vida.

Otro tema que define un poco el disco es el placer, lo tribal, el chamanismo.

Dante: El funk es placer. En eso tribal el sexo tiene un porcentaje muy alto porque está ligado al amor, a la celebración. Un tema como Ritmo mezcal va a ser súper erotizante lo que va a generar. Hay intensidad y energía sexual en nuestros shows. Se arman parejas groso. Van unas minas divinas. Creo que hay pibes que van por las minas (risas). Hoy tenemos más hombres que mujeres en los shows, pero la mujer es una gran fuente de inspiración para nosotros. A veces es más carnal, a veces tiene más que ver con el amor. O con amor carnal. La música lo lleva. Estás funkeando y a veces es como coger en vivo.

¿Cuánto hay de excitación real cuando se está arriba de un escenario frente a miles de personas?

Dante: Somos hombres libres ahí arriba. Entrás en trance con la situación. La música, si uno logra canalizarla por el lugar correcto, te puede llevar a lugares muy flasheros. Sin tener que tomar nada, sólo conectando con toda esa energía y la adrenalina de la gente cantando, saltando. Es muy fuerte.

Todos tenemos un lado femenino. Algunos lo ocultan, otros exhaltan, otros simplemente lo aceptan. ¿En qué ven en ustedes mismos ese costado?

Emma: Yo lo tengo. Siempre lo tuve en la estética, en las palabras. Con el paso del tiempo me fui volviendo más hombre, naturalmente. Más allá de la estética propia de uno, nunca tuve problemas con eso. Si he tenido que dejar salir ese costado femenino en muchas canciones, lo he dejado. Por algo muchas veces te dicen que sos gay, hice una canción que se llama «Soy tu nena». Me gusta ponerme en el lado de la mujer, también. Entenderlas desde ese lugar.

Dante: En la búsqueda por comprenderlas, muchas veces uno intenta razonar como ellas. Lo que no quiere decir que tenga que ver con la sexualidad aplicada. De los artistas que más me gustan en la vida, uno es Prince, es súper femenino y no tiene nada que ver con la sexualidad. Yo me siento 100 por ciento heterosexual, y el artista que más me gusta parece una mina.

Emma: Por otro lado, hay artistas que son gays, y hablan desde lugares muy machistas. Como Rob Halford, el cantante de Judas Priest. No saca su lado femenino, hace heavy metal. No importa eso.

Dante: Somos libres, y cada uno puede hacer lo que quiera con su sexualidad siempre que no lastime a nadie. Es otro aprendizaje que debemos hacer como humanidad. Eso se aplica a todo, hasta en la música. Libertad total cultural. El que es gay es gay, el blanco es blanco, el negro es negro, y qué importa. Está todo bien.

En Espantapájaros sale su lado más oscuro. ¿De qué se trata?

Dante: Es un tipo al que dejan ahí clavado, y lo usan para asustar. «Liberame, pero quizás te puedo matar», dice.

Emma: Me gusta cuando los Kuryaki jugamos con el terror. Es un ADN de nosotros que viene de cuando éramos chicos. Compartimos el cine de chicos, películas de terror, es una más de nuestras coordenadas.

En Diciembre hablan de cerrar un ciclo en una relación, ¿qué cosas matan al amor, cuáles lo alimentan?

Emma: La rutina lo puede matar. Muchas cosas, el tiempo lo erosiona todo. El amor puede mutar, no necesariamente tiene que ser siempre de la misma forma. Puedo hablar de mí, pero no me siento capacitado para hablar de manera global. Lo siento como algo muy maleable. No creo en el amor para siempre de antes, puede aparecer y desaparecer. Sí creo en el respeto. Es clave.

Dante: Hay que fluir, las cosas pasan por algo. Cambia de forma. En mi caso, con la mamá de mis hijos estuve casado ocho años y siempre voy a ser familia. Nos llevamos bárbaro, incluso con su novio está todo re bien. La veo como un familiar, y así soy yo para ella. Está bueno aprender a adaptarse a esas situaciones. La vida sigue. Cuando uno es más chico cree en ese para siempre. Pero después ves que hay muy poca gente que llega a eso. Hay que ver cómo y a qué precio. A veces ves dos viejitos que van juntos de la mano y decís, qué groso, son los Messi del amor.

En «Mi futuro» dicen «he visto el futuro y no quiero llegar».

Dante: Habla de una relación. «Soñé que estábamos rumbo a la nada», dice. Muchas veces uno se equivoca, sabe dónde va a terminar y no quiere llegar a eso. Se aplica a la vida, y se revierte con la fe. Es una canción que juega con el tiempo, que es la única ley.

Hablando del tiempo, ¿cómo se ven en el futuro? Digamos en 20 años.

Dante: Voy a tener 59, me imagino medio James Brown. Traje violeta y bailando más que ahora, porque van a haber unos implantes de rodilla zarpados. Después de ver a Jagger el otro día me cambió el parámetro de todo. Le podés sacar algunas fichas al tiempo.

Emma: Creo en lo mismo, creo en esa escuela. Hay algo que venimos haciendo desde hace mucho tiempo, desde muy pendejos, y es música. Sin salir de eso. Hemos vivido un montón de cosas desde que tenemos 14, 16 años. Sin embargo, cada dos años hicimos un disco. Ese es nuestro mensaje, lo vamos a seguir haciendo. Tal vez juntos, tal vez separados, más arriba, más abajo, una poesía o la otra, es lo que sabemos hacer y vamos a seguir así.

¿Cómo se sienten hoy como dupla?

Emma: Bien, este disco se hizo más en confianza que el disco anterior. En Chances veníamos de estar 10 años cada uno en la suya. En algún punto fue intentar conciliarnos. En este disco naturalmente nos metimos el uno en el otro. En pos de hacerlo un poco mejor.

Dante: Un par de meses atrás, apenas terminamos el disco, nos miramos y nos dijimos: «Che, metámosnos a hacer otro, en poco tiempo». Porque súper fluyó. Estamos más fuertes que nunca como grupo. No sólo nosotros dos, sino el equipo que armamos. La banda, el manager, la pirámide estética con Hernán Corera que hizo el video de Gallo Negro y ahora vamos a hacer el de Estrella fugaz. Estamos llegando a resultados que nos sorprenden a nosotros mismos. Con amor y trabajo. Sin guerra de egos, fue lo mejor para el disco. Hay temas que canta más uno que el otro, fue fluído y eso se nota. Como cuando éramos chicos jugando en una quinta, que nuestro sueño era comprarnos una bicicleta de carrera el día que hiciéramos nuestro primer recital y hacer un disco. Bueno, seguimos siendo los mismos pibes que se meten en un disco a jugar con sus vivencias, que cada vez son más. La experiencia nos pulió la técnica y nos podemos meter en un estudio a producirle un disco a cualquiera.

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